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El versículo que vamos a explorar hoy se encuentra en el libro de Hageo, capítulo 1, versículo 9. Este libro es parte del Antiguo Testamento en la Biblia y fue escrito por el profeta Hageo. Pero antes de adentrarnos completamente en este versículo, vamos a entender un poco sobre el contexto de este libro y por qué fue escrito.
Hageo fue un profeta que vivió en un tiempo muy interesante para el pueblo de Israel. El pueblo había regresado de Babilonia después de muchos años en exilio y se enfrentaba al desafío de reconstruir su templo en Jerusalén, el cual había sido destruido. El templo era muy importante para ellos porque era el lugar donde adoraban a Dios.
Sin embargo, cuando volvieron, en lugar de concentrarse en reconstruir el templo, la gente empezó a construir y embellecer sus propias casas. Esto ocurre en el año 520 a.C., y Dios envía a Hageo para darles un mensaje muy especial.
Ahora, vamos a leer el versículo de Hageo 1:9:
"Por eso esperan mucho, pero ven que hay poco; y cuando lo llevan a casa, yo soplo sobre ello. Porque mi casa está desierta, y cada uno de ustedes corre a su propia casa."
Para entender este versículo, primero observemos lo que dice y luego pensemos en qué nos enseña.
Hageo está diciendo aquí que las personas esperaban recibir mucho, tal vez en términos de cosechas y bienestar, pero al final, había poco. Y lo poco que conseguían, Dios dice, "yo soplo sobre ello", lo que significa que no les duraba o no resultaba como esperaban. Esto suena un poco triste, ¿verdad? Pero ¿por qué estaba pasando esto?
La razón la da Dios mismo: "Porque mi casa está desierta". La "casa" a la que Él se refiere es el templo. Mientras que todos estaban ocupados construyendo y cuidando sus propias casas, el templo de Dios estaba descuidado y en ruinas.
Esta situación nos muestra una lección muy importante: las prioridades. Dios quería que su pueblo priorizara Su casa, el templo, porque era el centro de su vida espiritual, su relación con Dios, y un punto de reunión comunitaria para adorar y recordar quién era su verdadero apoyo y proveedor.
Ahora, pensemos en cómo esto se aplica a nuestras vidas. A veces, podemos estar tan ocupados con nuestras propias cosas o deseos que olvidamos lo que realmente importa. Para los creyentes, esto podría ser pasar tiempo con Dios, leer la Biblia, orar o ayudar a otros. Cuando ponemos otras cosas antes que Dios, podríamos encontrarnos en situaciones donde parece que no importa cuánto trabajemos, las cosas no salen como esperamos. Justo como le pasó al pueblo de Israel.
Esta situación del pueblo de Israel nos enseña la importancia de poner a Dios en primer lugar. Cuando lo hacemos, Dios promete estar con nosotros, bendecirnos y cuidar de nuestras necesidades. Y no solo eso, sino que también nos ayuda a ser una bendición para los demás, lo cual es realmente emocionante.
Entonces, ¿cómo podemos poner a Dios en primer lugar? Podemos comenzar dedicando tiempo cada día para hablar con Dios y leer la Biblia. También podemos pensar en cómo nuestras acciones y decisiones demuestran que Dios es importante para nosotros. Esto podría significar ser amables con nuestros amigos, ayudar en casa o participar en actividades de la iglesia o la comunidad.
En resumen, Hageo 1:9 es un poderoso recordatorio para revisar nuestras prioridades y asegurarnos de que estamos poniendo a Dios primero en nuestras vidas. Al hacerlo, no solo estamos obedeciendo a Dios, sino que también abrimos las puertas a Su guía y bendiciones. Es como construir nuestras vidas sobre un cimiento sólido que nos ayudará a enfrentar cualquier desafío o tormenta que pueda venir. Y esa es una forma verdaderamente emocionante y significativa de vivir nuestras vidas.
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